La propiedad tecnológica es uno de esos caramelos casi religiosos que se nos da a los esclavos de hoy para que seamos dependientes de nuestros amos. Una tele o un dvd coronan nuestro salón como si fueran representaciones de un dios.
Cada nueva tecnología es un medio que sirve al poder, pero que también puede utilizarse para cambiarlo. Al modelo basado en coches y electrodomésticos de una vida útil corta y condenados a pasarse de moda se le ha añadido otro tipo de propiedad, la propiedad intelectual.
Se espera que en un futuro trabajemos por unas lineas de código que nos permitan acceder a entretenimiento. Se espera que paguemos por actividades patentadas, por productos culturales que tengan un coste de producción mínimo. La industrialización de la materia habrá entrado en la esfera de la cultura tanto que nuestras propias ideas serán propiedad privada de otros, haciendo de la humanidad un producto estandarizado. Pero el ser humano reducido a consumidor de entretenimiento es una percepción fruto de nuestra época, habla más de lo que ocurre en el presente que de lo que pueda ocurrir en el futuro, que puede ser muy diferente.
Somos mucho menos pasivos de lo que nos intentan hacer creer y un traspiés a ese plan a largo plazo puede estar ocurriendo. Los medios tecnológicos nos han permitido compartir sin que importe la distancia, y el endurecimiento de las leyes del copyright acelera el desarrollo del copyleft; cada vez hay más aficionados y profesionales que crean y comparten gratuitamente sus obras formando una red en la que pueden mejorar lo de otros y de la que surgen productos con una calidad comparable o superior a las joyas del sistema empresarial, que se hace menos competitivo cada día a consecuencia del monopolio y la codicia intrínsecos al sistema capitalista.
Las multinacionales han comprado los medios de comunicación de masas y los han convertido en instrumentos de propaganda, por lo que los medios de comunicación en red están ganando terreno. Los periodistas profesionales apelan a la credibilidad, pero salvo unos pocos diarios independientes (como Le Monde Diplomatique), la mayoría carecen de ella, eso sin hablar de los telediarios. También existen los medios para que el arte sea cada vez más un instrumento de expresión del ciudadano, tal vez en el futuro se acabe la exclusividad de una élite sobrevalorada de artistas e intelectuales que responden a los intereses de las empresas que les pagan. La profesionalización siempre estará ahí, ante la crisis el sistema se adaptará y lo nuevo puede ser mejor.
Pero la batalla no sólo es por las patentes del software, el entretenimiento y la información, la propiedad intelectual se abalanza sobre la vida en un proyecto de industrializar la agricultura para que nada, nada se pueda hacer sin el beneplácito del poder de las corporaciones.
Hace poco Bill Gates llamó a los usuarios del copyleft "los nuevos comunistas", tal vez si entendemos comunismo como la opción de compartir para el beneficio de todos, tenga razón. Ya veremos cómo reacciona el poder para sofocar esta (por qué no) revolución.
Algunas páginas interesantes que rondan estos temas son la bitácora de David Bravo , la Asociación de Internautas , república internet y la página de creative commons (unas licencias que permiten reconocer la autoría y compartir la obra).
miércoles, 26 de enero de 2005
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