viernes, 12 de noviembre de 2004

Crónica de una apostasía

Ya está en trámite. Se redacta una carta con el porqué de esa decisión, se busca en internet un modelo de instancia que se rellena con los datos personales y los datos de la parroquia, una fotocopia (a ser posible compulsada), y se envía al arzobispo de la correspondiente diócesis (en las páginas sobre apostasía hay buscadores donde te dan todos esos datos y explicaciones con todo lo necesario). Pasado un tiempo hay que ir a comprobar en las observaciones de la partida de bautismo tu condición de apóstata.
Aunque habría bastado con mandar la solicitud por correo decidí llevarla en persona. Tenía ya redactados mis motivos y ver a Rouco Varela soltar barbaridades en la tele me obligó a no demorar más ese trámite.
La tarde del miércoles hacía frío. Un chico muy agradable abrió la ventanilla pequeñita dentro de un patio enorme, tomó el sobre y me dió las gracias. Así de sencillo.

¿Qué pintaba yo en la Iglesia Católica Romana?¿Por qué no lo había hecho antes?. Por inercia, claro.

Pues aquí copio la carta redactada para que no duden de mi decisión, es rimbombante, pero la ocasión le viene al pelo. Si alguien se anima a apostatar la puede utilizar:

Trato de explicar esta decisión que considero importante, tanto para mi persona como para la institución a la que quiero dejar de estar vinculado. Tras estas explicaciones, adjunto un modelo de instancia con los datos necesarios.

En todo caso, no puedo más que resumir las muchas razones que me han avocado a tomar esta decisión. Por supuesto que son opiniones personales, espero que la sinceridad y la brevedad no afecten la sensibilidad de quien la lea, quiero dejar claro que no tengo más que buenos deseos para aquellos que sirven a la Iglesia de buena fe, con quienes, por considerarles víctimas, me solidarizo.

PRIMERO. LA INSTITUCIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA ES UNA BUROCRACIA QUE SIRVE A UNOS INTERESES CORRUPTOS MORALMENTE INACEPTABLES.

La estructura jerarquizada y burocratizada, la profesionalización de los sacerdotes, la implicación activa en los poderes políticos y económicos y su injerencia en el estado convierten a la Iglesia Católica en partícipe de la eternización de todas las injusticias de este sistema político al que considero esclavista.
La no existencia de una confrontación total contra el sistema económico capitalista que se basa en la injusticia y en la escasez artificialmente creada me parece moralmente inaceptable.
La vinculación de la Iglesia con regímenes fascistas, y todas las injusticias históricas que ha provocado secularmente me parece como mínimo vergonzoso. Como ejemplo pondré toda la represión hacia las mujeres por la Inquisición, o el imperialismo ideológico que ha causado la destrucción de tantas culturas para siempre. No hay época histórica donde la Iglesia no ha provocado o participado en injusticias que han afectado a millones de personas. Un arrepentimiento tardío no basta para apaciguar mi espíritu.

En la actualidad, a pesar de mi alegría sincera por la condena del Papa a la guerra de Irak, creo que la Iglesia no ha corregido seriamente ninguno de sus defectos. Beatificar al fundador del Opus Dei y a las niñas de Lourdes, y vincular al Papa con el “que nos liberó del Comunismo” me parecen actos pintorescamente rancios que no soy capaz de asimilar. Las declaraciones sobre la paternidad de los homosexuales aclaran toda duda. La Teología de la Liberación fue un soplo de aire fresco que Juan Pablo II se encargó de reprimir. La actual oposición al aborto y sus intentos de evitar que los homosexuales formen familia es injusta y retrógrada.
La política de la Iglesia hacia la educación me parece especialmente grave, veo patético el intento de eternizar sus valores imponiéndose en la educación obligatoria acaparando centros y recursos, especialmente cuando los valores que se eternizan no suelen ser otros que el tradicionalismo y la hipocresía.

Creo que la Iglesia tiene recursos suficientes como para aplacar la mayoría de sufrimiento que hay en el mundo. Que no lo haga me parece sencillamente intolerable.

SEGUNDO. LA MAYOR PARTE DE LOS CRISTIANOS DE MI ENTORNO PARTICIPAN HIPÓCRITAMENTE EN LA IGLESIA SÓLO POR TRADICIÓN O POR INERCIA.

TERCERO. LOS PROFESIONALES DE LA RELIGIÓN QUE HE CONOCIDO ME HAN PARECIDO EJEMPLOS DEPLORABLES.

Estos dos puntos, por respeto a los afectados, no los extenderé más.

CUARTO. LOS DOGMAS DE LA RELIGIÓN CATÓLICA ME PARECEN MORALMENTE INACEPTABLES.

La idea del pecado original, y del hombre pecador en general me parecen deplorables moralmente y una fuente de traumas y culpabilidades totalmente injusta e inaceptable.
La idea del sexo marital, el celibato, castidad, la negación al uso del preservativo, la condena a la homosexualidad y a toda sexualidad no reproductiva… significan para mí un atentado a la libertad individual vergonzoso.
Todo el antiguo testamento me transmite una idea tiránica de Dios que no comparto.
El nuevo testamento me parece moralmente ambiguo.
La idea de fe, y la de dogma, me parecen inadmisibles.
La manipulación histórica de los distintos dogmas de la Iglesia, con sus adaptaciones a las filosofías y creencias de turno me parecen poco dignas.
La religión católica me parece basada en el conflicto, el miedo y la recompensa. Algo moralmente inadmisible.
No puedo compartir en absoluto una idea de amor como sacrificio.

Me imagino que quien sepa de teología estará dispuesto a discutir cada uno de estos puntos planteando interpretaciones más aceptables. Esta ambigüedad moral es típica de toda ideología impuesta, alguien hábil, con la formación adecuada, hallará para cada persona unos argumentos a la carta. No puedo continuar en una institución que me ha enseñado una moral hipócrita.

Respeto la religión católica como bien cultural, como amalgama de mitos que se esconden en nuestra concepción del mundo. Pero no puedo creer en ella.

No creo en ningún tipo de juicio final. No creo en un motor de la creación, y mucho menos en el humano como centro del universo. Creo que el Paraíso está aquí, en la Tierra, y que la Iglesia participa en su ruina y evita su disfrute.

Creo que el camino de lo trascendente debe ser individual e independiente a cualquier institución material. Respeto al místico, pero no veo viable una religión institucionalizada e interesada como vía espiritual.

Sigo mi propio camino. Y por una profunda y sincera serenidad, me ha llevado a renegar de mi fe católica.



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