Habíamos visto dibujos de la mujer con el cetro, la escalera y los libros representando a la alquimia en el pórtico de la catedral de Notre-Dame de París. Ahora que al fin estábamos allí disfrutando del buen rollo que desprende ese lugar no encontrábamos la dichosa imagen, y no la encontrábamos porque estaba en nuestras narices.
Notre-Dame está llena de saber escrito en la piedra en un argot solo para iniciados pero que cualquiera puede percibir de una forma intuitiva.
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El alquimista Fulcanelli habló de ella en el libro El misterio de las catedrales, un tratado de sabiduría hermética a la vez que un estudio sobre el arte gótico:
"La catedral de París, como la mayoría de las basílicas metropolitanas, está colocada bajo la advocación de la bendita Virgen María o Virgen-Madre. En Francia, el vulgo llama a estas iglesias las Nótre-Dame. En Sicilia, llevan un nombre todavía más expresivo: Matrices.Son, pues, templos dedicados a la Madre (en latín, mater, matris), a la Matrona en el sentido primitivo, palabra que, por corrupción, se ha convertido en Madona (ital. ma donna), mi Señora y, por extensión, Nuestra Señora.
Franqueemos la verja y empecemos el estudio de la fachada por el gran pórtico, llamado pórtico central o del Juicio.
El pilar central, que separa en dos el vano de la entrada, ofrece una serie de representaciones alegóricas de las ciencias medievales. De cara a la plaza -y en lugar de honor- aparece la alquimia representada por una mujer cuya frente toca las nubes. Sentada en un trono, lleva un cetro -símbolo de soberanía- en la mano izquierda, mientras sostiene dos libros con la derecha, uno cerrado (esoterismo) y el otro abierto (exoterismo). Entre sus rodillas y apoyada sobre su pecho, yérguese la escala de nueve peldaños -scala philosophorum -, jeroglífico de la paciencia que deben tener sus fieles en el curso de las nueve operaciones sucesivas de la labor hermética. «La paciencia es la escala de los Filósofos -nos dice Valois- y la humildad es la puerta de su jardín;pues a todos aquellos que perseveren sin orgullo y sin envidia, Dios les tendrá misericordia.»
Tal es el título del capítulo filosofar de este mutus Liber que es el templo gótico; el frontispicio de esta Biblia oculta y de macizas hojas de piedra; la huella, el sello de la Gran Obra cristiana. No podía hallarse mejor situado que en el umbral mismo de la entrada principal.
Así, la catedral se nos presenta fundada en la ciencia alquímica, investigadora de las transformaciones de la sustancia original, de la Materia elemental (lat. materea,- raíz mater, madre). Pues la Virgen-Madre, despojada de su velo simbólico, no es más que la personificación de la sustancia primitiva que empleó, para realizar sus designios, el Principio creador de todo lo que existe."
jueves, 2 de diciembre de 2004
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