Parece que la forma más razonable de explicar por qué el mundo es como es, por qué hacemos lo que hacemos sería decir que formamos parte de un sistema complejo que incluye nuestra sociedad, nuestra psique, nuestras limitaciones físicas, nuestra historia, nuestra cultura.
Esta mierda de sistema habría sido el resultado de complejos y a menudo azarosos acontecimientos históricos y nuestro mundo mental se habría construido a partir de sus limitados cimientos del lenguaje y el cuerpo. La interrelación psique-sociedad-historia se enmañaría hasta el infinito y como resultado estamos nosotros, aquí, puteados.
Esto me parece lo más razonable. Lo más maduro. Los malvados que hacen girar la rueda del sistema serían parte de él, y por lo tanto víctimas. No habría voluntad detrás de la máquina.
Pero me sorprendo al descubrir que hay otro factor, un control, una tecnología social que una elite ha cultivado y puesto en práctica por lo menos desde el comienzo del estado moderno.
Temo el día en que tengamos absolutamente todo mediatizado por la industria y controlado por el poder de unos pocos y me doy cuenta que ese día ya ha llegado. Eso me cabrea y no dejará de sorprenderme.
Es verdad que la libertad siempre ha estado acotada, toda cultura se impone a sus hijos a través de una educación. Eso es espontáneo y complejo. Es así como las sociedades existen y cambian.
El problema es cuando a esa espontaneidad compleja se le impone el control por una clase social.
El control es simple y ciego. Es por naturaleza injusto. Si a eso le añadimos la capacidad de la sociedad tecnificada para centralizar el poder tenemos más cerca que nunca su utopía de imponer un prototipo de humano a través de un protocolo experimental negociado en una sala de reuniones.
Esa clase dominante tiene cada vez más herramientas para controlar la cultura a favor de sus intereses. Control del lenguaje, los sentimientos, la moral... dominarán sin intermediarios, sin personas que impongan su cultura al control. Es entonces cuando dejaremos de ser humanos.
Pero no lo tienen tan fácil. Sus tentáculos no llegan tan lejos como quieren hacernos creer y la cultura por su propia naturaleza evoluciona, vive cada vez que varias personas se reúnen y la practican. No nos pueden convertir en robots. Pero vivir como un robot jode.
domingo, 15 de mayo de 2005
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