viernes, 3 de agosto de 2007

El cerebro mínimo.

En 1980, el neurólogo John Lorber durante un estudio sobre la hidrocefalia, encontró personas que, teniendo la mayor parte de su cavidad craneal ocupada por líquido y con el cerebro reducido a una fina capa, podían hacer vida normal. Esos casos tan espectaculares dieron lugar a la publicación en la revista Science de un impactante artículo titulado ¿Es tu cerebro verdaderamente necesario?.

Lorber informó que la mitad de los casos del grupo que padecía la forma más severa de hidrocefalia, en el que las imágenes tomadas con TAC mostraban que más del 95 % de la cavidad craneal estaba ocupada por líquido cefaloraquídeo, padecían un profundo retraso. Pero, sorprendentemente, la otra mitad no veían mermada su inteligencia y podían hacer una vida normal.

El caso más llamativo era el de un estudiante destacado de matemáticas que "virtualmente no tenía cerebro". El TAC mostraba que, salvo una capa de células de un milímetro de grosor, el resto de su cráneo estaba ocupado por líquido.

Recientemente se ha informado de otro caso similar en un funcionario francés de 44 años. Cuando era niño padecía de hidrocefalia, le insertaron un catéter para drenar el líquido y se lo retiraron a los 14. Desde entonces ha hecho una vida normal.

Las imágenes tomadas con TAC y Resonancia Magnética muestran que el volumen de su cerebro se ha reducido entre un 50 y un 75%. La fotografía publicada en The Lancet muestra la pérdida de volumen cerebral del caso reportado (izquierda) con respecto a un cerebro común (derecha).

Imagen publicada en The Lancet, Feuillet et al.

El hecho de que estas personas hagan vida normal con un cerebro tan radicalmente diferente plantea cuestiones como la importancia de la redundancia en la función cerebral. Podría sembrar dudas sobre la necesidad de una única organización en la estructura del cerebro y dar pistas sobre el desarrollo y la adaptación del sistema nervioso.

Han pasado 27 años desde que el artículo que mencionaba el estudio de Lorber despertó la curiosidad, y sigue siendo un dato anecdótico apenas tenido en cuenta.

1 comentario:

deReOjo dijo...

Eso puede clarificar un poco (o al menos está de acuerdo con) que un chihuahua y un mastín no muestren ninguna diferencia en cuanto a inteligencia y comportamiento canino pese a tener tamaños cerebrales bastante diferentes.
O, una rata y un elefente, una ballena... o ¿cuál será el mamífero con el cerebro más grande?
Curioso que un descubrimiento tán llamativo no haya llamado más la atención.
en el fondo no jode reconocer que el tamaño no importa.